Rolling Stones - "(I Can't Get No) Satisfaction"

     



          
  


       




Pocas canciones han marcado tanto una generación como "I Can't Get No Satisfaction" de The Rolling Stones. Lanzada en 1965, esta canción capturó el descontento y el espíritu rebelde de la época, convirtiéndose en un verdadero ícono del rock. Con su famoso riff de guitarra, que Keith Richards compuso en un sueño, la canción es un grito de insatisfacción con la sociedad de consumo y los valores convencionales.

La voz potente de Mick Jagger y la energía cruda de los Stones hacen de Satisfaction una explosión de actitud y autenticidad. La canción no solo revolucionó la música, sino que también desafió las normas y se consolidó como uno de los temas más emblemáticos de todos los tiempos. ¡Un himno que sigue siendo relevante, conectando con las nuevas generaciones y recordándonos el poder del rock para expresar lo que las palabras no alcanzan a decir!

 Lanzada en 1965, "(I Can't Get No) Satisfaction" no solo puso a The Rolling Stones en el mapa, sino que también cambió el rumbo del rock. Escrita por Mick Jagger y Keith Richards, esta canción nació en un momento peculiar: una noche en que Richards, hospedado en Clearwater, Florida, despertó repentinamente, grabó el icónico riff en su cassette, y se volvió a dormir. Al revisar la cinta, se dio cuenta de que eran "2 minutos de Satisfaction y 40 minutos de ronquidos".

El riff —inicialmente descartado por Richards como "demasiado básico"— fue el alma de la canción, y pronto Jagger le añadió una letra inspirada en el consumismo agresivo que la banda observó en Estados Unidos. Así, con un riff pegajoso, una letra sencilla y el descontento de una generación en cada acorde, los Stones crearon un himno de insatisfacción y alienación.

Jagger recordaba cómo esta canción llevó a los Stones de ser "una banda más" a "una banda monstruosa". Su tono desafiante y su inconfundible repetición de "I can’t get no satisfaction!" siguen resonando más de 50 años después. Satisfaction capturó la esencia de una era y permanece como un símbolo de rebelión y autenticidad que todos, alguna vez, hemos gritado a todo pulmón




 

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