.jpg)
Mezzanine: la noche en que todo cambió
Cuando pones el disco Mezzanine y empieza a sonar “Angel” ya no hay vuelta atrás. Al menos, eso me pasó a mí.
Mi entrada al mundo del trip hop no fue casual: fue casi un ritual. Una noche cualquiera, un buen amigo me dijo que tenía un disco que tenía que escuchar. Ya de vuelta en su casa, me advirtió:
“Este álbum es para la noche, y mejor con una copa en la mano”.
La escena ya era perfecta: un equipo de sonido impresionante, un whisky excelente y la habitación en penumbra.
Entonces pulsó play.
El bajo de “Angel” irrumpió como un animal que despierta despacio, pero decidido. Ese sonido denso, oscuro, brutal, empezó a llenar la sala hasta que dejó de ser música para convertirse en atmósfera. En presencia.
Después vino “Risingson”, más inquietante, más opresiva. Y luego “Teardrop”, una caricia que flota, una herida abierta que late con cada golpe de la caja.
Aquella noche empezó mi historia con Massive Attack. Y una vez que crucé esa puerta, el trip hop se quedó a vivir conmigo. Mezzanine no fue solo un descubrimiento musical: fue una revelación. Un disco capaz de alterar el aire, los pensamientos, la noche entera.
Mezzanine: la oscuridad que marcó una época
En 1998, Massive Attack lanzó Mezzanine, su tercer álbum de estudio, un trabajo que no solo los consolidó como una banda fundamental dentro de la música electrónica, sino que también redefinió por completo el rumbo del trip hop.
Este disco supuso un giro radical respecto a sus dos primeros álbumes: dejaron atrás el sonido más melódico y jazzy para adentrarse en un territorio oscuro, abrasivo, experimental.
Mezzanine está lleno de atmósferas densas, guitarras distorsionadas, bajos profundos y beats que golpean más que acompañan. Es un disco que respira inquietud, nocturnidad y tensión.
Incluye algunas de las canciones más emblemáticas de Massive Attack:
“Teardrop”, “Inertia Creeps”, “Risingson” y “Angel”.
Auténticos pilares del trip hop y del sonido alternativo de finales de los 90.
No es casualidad que Mezzanine aparezca en numerosas listas de los mejores discos de todos los tiempos, y que su influencia haya marcado a generaciones posteriores. Su sonido único nace de una mezcla irrepetible: trip hop, rock, dub, electrónica e hip hop, todo en un equilibrio tenso, distinto, visionario.
Además, cuenta con colaboraciones vocales inmensas: Elizabeth Fraser, Shara Nelson y Horace Andy, cada uno aportando una identidad emocional y estética crucial al álbum.
“Angel”: el latido oscuro
“Angel” es una experiencia más que una canción.
Ese bajo que avanza como un presagio, la voz casi espiritual de Horace Andy… todo en ella construye un clima que atrapa. Es amenaza y belleza a la vez. Una sombra que no quieres iluminar porque temes que se rompa el hechizo.
“Teardrop”: la herida luminosa que hizo historia
“Teardrop”, publicada también en 1998 como segundo single de Mezzanine, es una de las piezas más icónicas del trip hop.
Su atmósfera melancólica se construye con un piano triste, beats hipnóticos y esa voz etérea, desgarradora y celestial de Elizabeth Fraser (Cocteau Twins).
La letra, escrita entre Robert “3D” Del Naja y Fraser, habla de fragilidad, pérdida y esperanza. Es una canción que flota, que se quiebra, que cura y hiere al mismo tiempo.
Fue un éxito mundial: llegó al número 10 en Reino Unido y se coló en listas de medio planeta.
Ha sonado en películas, series, anuncios… convirtiéndose en una de las canciones más reconocibles no solo de Massive Attack, sino de toda una generación.
Mezzanine: un antes y un después
Veinticinco años después, Mezzanine sigue siendo un disco que no envejece, porque no pertenece a su época sino a un rincón más profundo: la zona donde se mezclan la sombra y la belleza.
Para muchos —y para mí— fue la puerta de entrada a un universo musical nuevo.
Un universo que empezó aquella noche, con un amigo, un whisky y un susurro grave que decía:
“Quédate. Esto es Massive Attack.”
Comentarios
Publicar un comentario