“Let It Be” de The Beatles: un cierre icónico, humano y eterno


 



         

“Let It Be” de The Beatles: un cierre icónico, humano y eterno

Cuando me compré el disco “Let It Be” de The Beatles, fue un auténtico shock. Por un lado, la alegría inmensa de tener entre mis manos el nuevo trabajo del grupo que más admiraba; por otro, la sorpresa y tristeza de enterarme, casi al mismo tiempo, de su separación definitiva. Aquella mezcla de emoción y desconsuelo quedó grabada para siempre en mi memoria. Sentí que, de algún modo, el mundo de la música había perdido algo irrepetible.


Hay discos que no solo cierran una etapa, sino que parecen escribir su propio adiós con una mezcla de melancolía y grandeza. “Let It Be” es uno de ellos. Lanzado el 8 de mayo de 1970 en Estados Unidos (y diez días después en Reino Unido), fue el último álbum de estudio publicado por The Beatles, aunque no el último grabado. Paradójicamente, “Abbey Road” había sido registrado después, pero el lanzamiento de Let It Be coincidió con la disolución del grupo, sellando para siempre una de las historias más fascinantes de la música moderna.

El disco respira un aire de nostalgia, de despedida no dicha. A través de sus notas se siente el peso del tiempo, la tensión de una amistad que se apaga, pero también la chispa de una creatividad que, incluso en su ocaso, seguía iluminando el mundo.


El origen: volver a empezar

El proyecto que dio vida a Let It Be comenzó a principios de 1969, bajo el nombre provisional de “Get Back”. La idea era simple y poderosa: volver a las raíces, grabar un álbum “en vivo” sin artificios, sin el brillo de los estudios de última generación ni los arreglos orquestales. Solo cuatro músicos tocando juntos, como al principio.

Pero lo que nació con la intención de recuperar la magia terminó convirtiéndose en un espejo de sus fracturas. Las sesiones en Twickenham Studios y Apple Corps estuvieron marcadas por roces personales, cansancio y visiones distintas del futuro. John Lennon estaba cada vez más distante, envuelto en su relación con Yoko Ono; George Harrison sentía que su talento quedaba a la sombra de Lennon y McCartney; Ringo Starr mantenía la calma, observando cómo el grupo que había conquistado el mundo se deshacía ante sus ojos; y Paul McCartney, incansable, intentaba mantener la unidad, empujando el proyecto hacia adelante.

Y sin embargo, en medio de esa tormenta, ocurrió algo mágico. El 30 de enero de 1969, los cuatro subieron a la azotea del edificio de Apple y ofrecieron su último concierto juntos. Las cámaras registraron aquel momento legendario, conocido como el Rooftop Concert. Entre el frío londinense y la incredulidad de los transeúntes, los Beatles volvieron a ser los Beatles por unos minutos. Era su despedida al mundo, sin saberlo del todo.


La mano de Phil Spector y la controversia

Cuando el material quedó archivado, nadie parecía satisfecho. Las cintas fueron entregadas a Phil Spector, famoso por su técnica del “muro de sonido”. Él tomó las grabaciones y añadió orquestaciones, coros y un brillo más pulido.

Esto no sentó bien a todos. Paul McCartney detestó los cambios, especialmente en “The Long and Winding Road”, que había concebido como una balada íntima al piano. Las versiones de Spector, para algunos grandiosas y para otros excesivas, marcaron el tono final de un álbum que parecía debatirse entre dos almas: la sencillez y la grandeza, la despedida y la resistencia.

Pese a ello, el resultado final fue deslumbrante. Let It Be combina temas llenos de energía como “Get Back”, la pureza espiritual de “Across the Universe”, y la ternura casi nostálgica de “Two of Us”. El toque de Billy Preston en los teclados añadió un aire fresco, casi celestial, a las sesiones.


Las canciones que quedaron para siempre

“Let It Be” es el alma del disco, la canción que le da sentido a todo. Es una plegaria sin religión, una caricia hecha melodía.
“Get Back” irradia el espíritu del rock más directo, el intento genuino de volver a las raíces.
“Across the Universe”, con su poesía flotante y su aura cósmica, es puro Lennon, soñador y distante.
“The Long and Winding Road” habla del final del camino, de la belleza que se encuentra incluso en la tristeza.
Y “Two of Us” es un suspiro de amistad, un eco de los días en que todo era más simple.

Cada una, a su manera, refleja una parte del alma de los Beatles. Juntas, forman una despedida tan hermosa como inevitable.


Recepción y legado

Cuando se publicó, Let It Be dividió opiniones. Algunos críticos lo encontraron irregular, mientras que otros lo vieron como un retrato honesto del fin de una era. Pero el público lo abrazó. El disco llegó al número uno en Reino Unido y Estados Unidos, y en 1971 ganó un Premio Grammy por la banda sonora del documental homónimo.

Décadas después, en 2003, Paul McCartney decidió ofrecer su propia visión con Let It Be... Naked, una versión despojada de los arreglos de Spector. El resultado fue más íntimo, más humano, y permitió escuchar al grupo con la cercanía que originalmente había imaginado.

Y en 2021, la serie documental Get Back, dirigida por Peter Jackson, reescribió la historia. Mostró a cuatro amigos que, entre risas, improvisaciones y pequeñas frustraciones, aún podían crear magia. Get Back cambió la mirada sobre Let It Be: ya no solo es el disco de una ruptura, sino también el testimonio del poder creativo de una banda que, incluso en sus últimos días, seguía siendo incomparable.


La historia de “Let It Be”: una canción nacida de un sueño

En medio de la confusión que rodeaba al grupo, Paul McCartney tuvo un sueño. En él, se le apareció su madre, Mary, quien había fallecido cuando él tenía catorce años. Con una calma infinita, ella le decía: “Todo saldrá bien, déjalo ser.”

Al despertar, esas palabras lo acompañaron como un bálsamo. McCartney las transformó en canción, canalizando la tristeza y la esperanza en una melodía sencilla al piano. “Let It Be” no es una canción de fe en el sentido religioso, sino una canción de consuelo. Habla de aceptar la vida tal como viene, de encontrar luz incluso en los momentos de oscuridad.

El resultado fue una obra universal. Cada nota parece abrazar al oyente. En ella no hay desesperación, sino una serenidad que desarma. Por eso, con los años, Let It Be se convirtió en algo más que una canción: es un refugio. Cuando todo se derrumba, McCartney nos recuerda, con su voz dulce y firme: “There will be an answer, let it be.”


Epílogo

Let It Be no solo marcó el final de The Beatles, sino también el cierre de una era dorada en la historia de la música. Entre la melancolía y la belleza, el álbum nos enseña que incluso las despedidas pueden sonar a eternidad.

En su última mirada al mundo, los Beatles no gritaron ni lloraron. Simplemente susurraron: “Let it be.”
Y ese susurro aún resuena, cincuenta años después, como un mensaje inmortal de paz, amor y aceptación


               

                                            

                             





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