Pink Floyd – Time
Hay discos que te marcan a fuego desde el primer momento que escuchas la primera nota. El disco The Dark Side of the Moon fue uno de esos discos. Desde que posas la aguja encima del vinilo y empieza a sonar la introducción intrigante de Speak to Me, sabes que estás a punto de entrar en algo especial: un carrusel de magníficas canciones que te van llevando por esa cara oculta de la música que hasta entonces no había llegado a mis oídos.
Y dentro de ese viaje aparece Time, quizás la canción más reconocible del álbum, esa que con solo escuchar el estallido de relojes al inicio se queda grabada en la memoria para siempre. No hace falta que nadie te lo diga: tu cerebro ya susurra “Time”.
Lo que me fascina de este tema es que no solo es un despliegue sonoro impecable, sino también un espejo de la vida misma. Roger Waters escribió una letra que nos enfrenta a una verdad incómoda: el tiempo pasa sin detenerse, y muchas veces no nos damos cuenta de su valor hasta que es demasiado tarde. Todos hemos sentido ese momento en el que miramos atrás y pensamos en las oportunidades que dejamos escapar, en los días que se esfumaron esperando que “la vida de verdad” comenzara en algún futuro.
Musicalmente, la canción es una joya. Tras la avalancha de relojes, llega la tensión instrumental, la batería de Nick Mason marcando un pulso enérgico, los teclados atmosféricos de Richard Wright, y el riff de guitarra de David Gilmour que se clava en el alma. Y luego su voz, melancólica y cálida, que junto a los coros de Wright da forma a una interpretación inolvidable. Cuando llega el solo de guitarra, es imposible no sentir un nudo en el estómago: es pura emoción hecha música.
Recuerdo que la primera vez que escuché Time me quedé en silencio al final, como si el mundo hubiera parado por unos minutos. La transición hacia Breathe (Reprise) parecía devolverme lentamente a la realidad, pero la huella ya estaba ahí. Desde entonces, cada vez que escucho esta canción, siento la misma invitación a reflexionar: ¿estoy aprovechando mi tiempo? ¿o simplemente lo dejo pasar?
Más que una canción, Time es una lección disfrazada de obra maestra. Pink Floyd logró encapsular en unos minutos lo que muchos pasamos toda una vida intentando entender. Y quizás por eso sigue emocionando a generaciones enteras: porque nos recuerda lo esencial, que el tiempo se va, y que lo único que podemos hacer es decidir cómo lo vivimos.
Hoy, cada vez que la escucho, no solo vuelvo a ese primer asombro de juventud, sino que también siento que me acompaña como un recordatorio personal: que no debo dejar que los días se me escapen sin sentido, que la vida es ahora, y que la música, como Time, puede ser la brújula que nos guíe para no perder lo más valioso que tenemos.
Curiosidad final: aquellos relojes que nos sacuden al inicio no salieron de un laboratorio sonoro, sino de una tienda de antigüedades donde Alan Parsons los grabó uno por uno. Y quizás ahí radica parte de la magia: en lo real, en lo tangible, en esos pequeños detalles que hacen eterno a un instante.
.jpg)
.jpg)
Comentarios
Publicar un comentario