Focus - Hamburger Concerto - La Cathédrale de Strasbourg

 



            


Hamburger Concerto: El disco que me desconcertó

Recuerdo la primera vez que escuché Hamburger Concerto. Por aquel entonces, yo era un fiel seguidor de Focus, esa banda que parecía tener el don de hacer magia con cada disco. Sus trabajos anteriores, como Moving Waves o Focus 3, eran auténticas maravillas del rock progresivo, siempre con el sello inconfundible de Thijs van Leer y Jan Akkerman. Así que, cuando este nuevo álbum llegó a mis manos, mis expectativas estaban por las nubes. Pero tengo que admitirlo: al principio, el cambio de estilo me desconcertó.

Desde el primer tema, Delitiae Musicae, era evidente que algo había cambiado. Esta breve introducción de aire renacentista, con un toque tan delicado como sofisticado, me pareció una curiosidad encantadora. Este tema estaba basado en una gaillarde de Joachim Van den Hove, de su obra del mismo título Delitiae Musicae. Pero justo cuando me estaba acostumbrando a esta nueva faceta, llega Harem Scarem, y vaya sorpresa. Un ritmo frenético, una explosión de energía que me atrapó al instante. Este tema es un auténtico temazo, una descarga de adrenalina donde la banda demuestra su capacidad para sorprender y mantener su esencia rockera.

Entonces, sin previo aviso, La Cathédrale de Strasbourg me transporta de nuevo a la música clásica. Aquí, el órgano de Thijs van Leer se convierte en el protagonista, dominando la atmósfera con una solemnidad casi sacra. Es un tema que contrasta completamente con el anterior y, sin embargo, en el contexto del disco, todo encaja como un intrincado rompecabezas.

Cuando llega Birth, una composición de Jan Akkerman, la guitarra toma las riendas. Este es otro de esos momentos memorables del álbum. Con un inicio de tintes clásicos, el tema evoluciona rápidamente, con una línea de bajo y batería contundentes que le dan una fuerza impresionante. Por supuesto, no falta un solo de guitarra de Akkerman que me dejó sin palabras: virtuoso, emocionante, perfecto.

La cara dos del disco es, sin duda, su joya más ambiciosa: la suite Hamburger Concerto, una pieza de 20 minutos basada en las variaciones de Haydn. Bueno, para ser precisos, en las Variaciones sobre un tema de Haydn que Johannes Brahms compuso en 1873, tomando como base un tema atribuido a Haydn. Y es que Thijs van Leer era un auténtico fanático de Brahms, y aquí se nota claramente esa influencia.

La suite es una obra maestra del prog-rock. Cada miembro de la banda aporta algo único, y el resultado es espectacular. Desde los momentos más sutiles hasta los pasajes más dinámicos, esta pieza tiene de todo. Lo que más me impresionó fue cómo Van Leer despliega todas sus capacidades, desde su virtuosismo instrumental hasta sus excéntricos y característicos gorgoritos, que le dan un toque muy personal al conjunto.

Con el tiempo, aprendí a apreciar Hamburger Concerto como la obra de arte que es. Quizás no era lo que esperaba en un primer momento, pero su riqueza musical y su audaz combinación de estilos terminaron por conquistarme. De hecho, al final fue el disco de Focus que más escuché.

Si bien Hamburger Concerto no alcanzó el mismo nivel de popularidad que su predecesor Focus 3 (1972), se mantiene como una de las joyas del género progresivo. La forma en que la banda teje influencias de la música clásica, el jazz y el rock de manera tan fluida sigue siendo un ejemplo perfecto de lo que representa el rock progresivo en su máxima expresión: desafiando al oyente y recompensando a quien se sumerge en él.


La Cathédrale de Strasbourg: solemne y majestuosa

Entre todas las piezas de Hamburger Concerto, La Cathédrale de Strasbourg ocupa un lugar muy especial. Desde los primeros acordes del órgano, uno se siente dentro de una imponente catedral gótica, rodeado por muros altos y vitrales de colores. La solemnidad del tema es abrumadora, y transmite un respeto reverencial hacia la música sacra, casi como si Focus hubiera querido rendir tributo a la grandeza del arte clásico europeo.

En este tema, Thijs van Leer se luce con un despliegue impresionante en el órgano, evocando una atmósfera que oscila entre lo religioso y lo majestuoso. A diferencia de los momentos más rockeros del álbum, aquí no hay prisas ni excesos: cada nota está medida, cada acorde parece sostener el peso de siglos de tradición musical.

                 

Es un tema que demuestra la versatilidad de Focus, capaces de pasar del frenesí de Harem Scarem a esta introspección solemne sin perder coherencia. Personalmente, considero que La Cathédrale de Strasbourg es uno de los pasajes más bellos y atemporales del disco, una invitación a cerrar los ojos y dejarse llevar por la grandeza del sonido.



Comentarios