Traffic – John Barleycorn Must Die (1970)





     


 Traffic – John Barleycorn Must Die (1970): El folk progresivo y la alquimia del sonido

A comienzos de los años 70, cuando el rock psicodélico comenzaba a dejar paso a nuevas formas musicales más introspectivas y experimentales, Traffic renacía de sus propias cenizas con uno de los discos más sorprendentes y atemporales de su carrera: John Barleycorn Must Die.

Un nuevo comienzo para Traffic

Tras el éxito de Traffic (1968) y el recopilatorio Last Exit (1969), la banda pareció desintegrarse cuando Steve Winwood se unió a Blind Faith, junto a leyendas como Eric Clapton y Ginger Baker. Sin embargo, aquel proyecto duró poco, y Winwood se propuso grabar un álbum en solitario. Fue en esas sesiones donde reaparecieron sus antiguos compañeros Chris Wood y Jim Capaldi, transformando lo que sería un trabajo solista en el esperado regreso de Traffic, esta vez como un trío que apostaba por una sonoridad más sobria y acústica.

Un sonido orgánico y sofisticado

Lejos de los tintes psicodélicos y experimentales de Mr. Fantasy, John Barleycorn Must Die marca un punto de inflexión estilístico. Aquí predomina una instrumentación más contenida pero también más rica en matices: guitarras limpias, flautas pastorales, pianos eléctricos y un sutil entretejido de folk británico, blues y jazz.

El álbum no solo abandona la efervescencia psicodélica de los 60, sino que establece un nuevo puente entre el rock progresivo emergente y las tradiciones acústicas de las islas británicas. El resultado es un disco maduro, con momentos de introspección y otros de desbordante creatividad instrumental.

“Glad”: La libertad del jazz en clave progresiva

El álbum abre con “Glad”, una de las piezas instrumentales más sorprendentes y enérgicas de Traffic. Aquí, el grupo se adentra de lleno en el terreno del jazz-rock, dejando que los teclados de Winwood y el saxofón de Chris Wood dialoguen en una vibrante improvisación. La pieza, con su rítmica cambiante y su construcción abierta, recuerda a lo mejor del jazz fusión de la época, pero con un pie firmemente anclado en el rock progresivo británico.

“Glad” no solo sirve como carta de presentación del nuevo enfoque sonoro de Traffic, sino que actúa como declaración de principios: el grupo está dispuesto a explorar sin miedo las fronteras de los géneros, buscando siempre la frescura de lo inesperado.




“John Barleycorn”: La canción que da nombre al álbum

Si “Glad” es un estallido de libertad instrumental, “John Barleycorn” es todo lo contrario: una inmersión serena en la tradición folk británica. Basada en una balada popular que data de siglos atrás, la canción narra la historia alegórica de John Barleycorn, una figura que representa tanto el ciclo de la cosecha como el sacrificio ritual que permite la producción del alcohol (especialmente la cerveza y el whisky). En otras palabras, es un canto al espíritu del campo y a la transformación de la materia.

Traffic convierte esta antigua canción en una obra maestra contemporánea. Las guitarras acústicas, la flauta envolvente de Chris Wood y la voz cálida de Winwood construyen una atmósfera íntima y a la vez misteriosa. La interpretación mantiene intacto el carácter medieval de la melodía, pero la dota de una sensibilidad moderna que la eleva a otro plano. Es una de esas canciones que parecen detener el tiempo.


Legado eterno

John Barleycorn Must Die no solo devolvió a Traffic al primer plano musical, sino que definió un nuevo camino para el folk-rock progresivo británico. Su influencia puede rastrearse en discos posteriores de Jethro Tull, Fairport Convention o incluso Genesis en su etapa más acústica.

A más de cinco décadas de su publicación, este disco sigue vibrando con una fuerza silenciosa. “Glad” nos recuerda que la exploración musical no necesita artificios, solo talento y libertad. “John Barleycorn” nos conecta con las raíces más profundas de la tradición británica, mostrando que lo antiguo puede renacer con belleza en cada nueva escucha.

En tiempos donde el artificio y la sobreproducción dominan la música, John Barleycorn Must Die brilla como un ejemplo de autenticidad y creatividad. Una joya indispensable para quienes buscan emociones sinceras y sonidos con alma.






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