Tom Waits – Closing Time: un debut magistral
Con más de 50 años a sus espaldas, el disco Closing Time de Tom Waits merece una revisión. Estamos, quizás, ante el Waits más auténtico de su carrera: alejado de los excesos sonoros y escénicos que lo caracterizarían en décadas posteriores, aquí nos encontramos con un Tom más melódico, sensible y contenido, acompañado de un puñado de canciones bien construidas que rezuman lirismo y nocturnidad.
El debut del artista de Pomona tuvo lugar en 1973 y llevaba por título Closing Time. Se trata de un disco lleno de hermosas melodías, con mucha sensibilidad, un aire melancólico y un tono reflexivo, tranquilo y agridulce. Musicalmente, dominan las sonoridades jazzísticas con tramos de folk y country, y en muchas de las canciones hay una base acústica acompañada por ese lastimero sonido de piano que parece provenir del rincón más solitario de un bar nocturno.
Producido y arreglado por Jerry Yester —antiguo miembro de The Lovin' Spoonful—, Closing Time se convierte en el álbum más folk de Waits, aunque, curiosamente, la intención original del artista era grabar “un álbum de jazz dirigido por un piano”. Esa dualidad está presente en todo el disco: el espíritu folk de Yester se funde con las intenciones jazzísticas de Waits para dar lugar a una colección de temas impregnados de un aire crepuscular y cálido, como si cada canción estuviera escrita en la barra de un bar vacío, justo antes del amanecer.
El único single fue Ol’ ‘55, una bellísima pieza inicial que fue versionada un año más tarde por sus compañeros de sello, The Eagles, en su álbum On The Border. Pero el disco guarda otras joyas igualmente brillantes: I Hope That I Don’t Fall in Love with You, Martha, Grapefruit Moon o Lonely, por mencionar solo algunas, donde el piano y la voz rasposa pero aún joven de Waits dibujan paisajes urbanos, historias de amores no correspondidos y memorias que se deshacen como humo de cigarro.
El gran acierto de Closing Time está en su atmósfera: un aire de bar nocturno, una voz, un piano y una melodía seductora. Ese, quizás, es el secreto del disco. Una sobriedad emocional que no necesita adornos ni poses para conmover. En lugar de la teatralidad y el surrealismo de su etapa ochentera, aquí encontramos confesiones íntimas envueltas en acordes sencillos, pero profundamente efectivos.
La canción que cierra el álbum, también titulada Closing Time, es una breve pieza instrumental, y actúa como el suspiro final de la noche. El piano se despide sin palabras, como si no hicieran falta, dejando al oyente con la sensación de haber compartido una confidencia, una historia a media luz que seguirá resonando mucho después de que la aguja deje de girar.
Ol' '55: la despedida que abre un camino
El álbum se inicia con una verdadera joya: Ol’ '55, un tema emocionante, de los más coreables y accesibles del repertorio de Waits. La letra contiene una imagen poderosa:
"Las estrellas empiezan a desvanecerse, y yo encabezo el desfile. Deseando haberme quedado un poco más..." canta Tom Waits
Con una melodía dulce y una interpretación contenida pero profundamente emotiva, Ol’ '55 captura la esencia del disco entero: la belleza de lo simple, la poesía de lo cotidiano, y esa melancolía que solo se siente cuando el mundo empieza a despertarse mientras tú apenas te estás despidiendo de la noche.
Este tema no pasó desapercibido: fue versionado por los Eagles tan solo un año después, en su álbum On The Border (1974), llevándolo a una audiencia más amplia con una instrumentación más pulida y un toque country rock característico del grupo.
Pero no solo ellos se sintieron atraídos por su magnetismo. La cantante canadiense Sarah McLachlan, , también grabó su versión en 1994, dentro del EP The Freedom Sessions. Su interpretación, más etérea y delicada, se incluyó además en la banda sonora de la película Boys on the Side, aportando una dimensión más íntima y cinematográfica al clásico de Waits.
La magia del debut
Closing Time es mucho más que un primer disco: es un testimonio de que la sensibilidad también puede ser revolucionaria. En un mundo donde muchas óperas primas buscan impactar o romper moldes desde el exceso, Tom Waits eligió el susurro antes que el grito. Y ese susurro aún resuena.
Más de medio siglo después, Closing Time sigue siendo un refugio. Un disco que, con una voz, un piano y una melodía seductora, nos recuerda que la belleza también vive en la fragilidad, y que hay canciones que parecen escritas para escucharse mientras el mundo duerme.
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