Yes – Tales from Topographic Oceans: la odisea espiritual del rock progresivo
Lanzado en diciembre de 1973, Tales from Topographic Oceans es, sin duda, uno de los discos más ambiciosos, polémicos y místicos jamás grabados dentro del rock progresivo. Con esta obra, Yes decidió ir más allá de los límites del género, aventurándose en una exploración sonora y conceptual que aún hoy divide opiniones, pero que representa un momento culminante de creatividad desbordante.
Inspirado por el libro Autobiography of a Yogi de Paramahansa Yogananda, el vocalista Jon Anderson concibió junto a Steve Howe un álbum doble estructurado en torno a los cuatro shastras del hinduismo. Cada una de las cuatro caras del vinilo es una pieza extensa, de alrededor de veinte minutos, que explora distintos aspectos de la búsqueda espiritual, con títulos como The Revealing Science of God o Ritual (Nous sommes du soleil).
Musicalmente, Tales from Topographic Oceans es una sinfonía psicodélica en cuatro movimientos. El virtuosismo instrumental es innegable: Chris Squire con su bajo dominante y melódico, Rick Wakeman tejiendo atmósferas con múltiples capas de teclados, Alan White –recién integrado al grupo– desplegando una percusión rica en matices, y la guitarra de Steve Howe, que transita con fluidez entre el clasicismo, el folk y la distorsión progresiva. Todo ello bajo la dirección espiritual de Anderson, cuya voz actúa más como guía chamánica que como simple narrador.
Tensiones internas: el precio del idealismo
Pero detrás de esa aparente unidad sonora, el grupo vivía un momento de profundas diferencias creativas. La génesis de Tales estuvo marcada por la división entre quienes abrazaban sin reservas la visión mística de Anderson y quienes comenzaban a sentirse alienados dentro de ese universo tan introspectivo y conceptual.
Rick Wakeman fue quien mas manifestó su desacuerdo. Sentía que el álbum era excesivamente largo, desestructurado y autorreferencial. Según contó en varias entrevistas, durante algunas sesiones de grabación pasaba el tiempo leyendo revistas o incluso pidiendo curry al estudio, desconectado del proceso creativo. Para Wakeman, el disco representaba un alejamiento de la contundencia musical que él valoraba, a favor de una espiritualidad que le resultaba ajena.
Steve Howe, en cambio, estaba profundamente comprometido con la visión de Anderson, trabajando codo a codo con él en la composición y estructura de las piezas. Chris Squire, aunque participó activamente, comenzaba a mostrar ciertas reservas, y Alan White, como recién llegado, se vio inmerso en una dinámica compleja y exigente desde el primer día.
Estas tensiones internas no impidieron que el disco se completara, pero sí dejaron cicatrices. Wakeman abandonó la banda poco después de la gira de Tales, aunque volvería años más tarde. Y en retrospectiva, muchos miembros han reconocido que la ambición del disco superó la cohesión del grupo.
Una obra de culto
Pese a las divisiones –internas y externas– Tales from Topographic Oceans se ha convertido en una obra de culto. Un álbum que no busca complacer, sino desafiar. Una obra que exige tiempo, inmersión y paciencia, pero que también ofrece momentos de una belleza casi trascendental.
“The Remembering (High the Memory)”
Una travesía sonora a través del tiempo y la conciencia
Segundo movimiento del mítico álbum Tales from Topographic Oceans, “The Remembering” es posiblemente la pieza más etérea, atmosférica y meditativa del cuarteto de suites que conforman la obra. Aquí, Yes nos sumerge en un viaje introspectivo, una especie de memoria cósmica que se despliega lentamente a través de capas de sonido y emociones cambiantes.
La pieza comienza con los arpegios suaves y circulares de la guitarra acústica de Steve Howe, generando un ambiente de ensoñación. Esa secuencia inicial es hipnótica, casi como una rueda que gira sin fin. A continuación, entra la voz de Jon Anderson, clara, ligera, casi susurrada, como un narrador que guía al oyente por un bosque de recuerdos antiguos.
Poco después, hacen su entrada los teclados de Rick Wakeman, quienes se suman como un velo sonoro que envuelve la composición en un halo de misterio. Mellotrones y sintetizadores construyen paisajes sonoros ricos en matices, sutiles pero expansivos. Es aquí donde la pieza cobra una dimensión ambiental inusual en la discografía de Yes.
Pero no todo es calma y contemplación: a lo largo de los más de veinte minutos, la canción atraviesa distintos cambios de ritmo y melodía, secciones más movidas se alternan con pasajes contemplativos, y el grupo demuestra su capacidad para modular la energía sin romper la continuidad. Uno de los momentos destacados es la sección vocal que dice “Relayer, all the dying cried before you…”, que aparece casi como una epifanía melódica dentro del flujo musical.
La percusión de Alan White, aunque contenida, contribuye a estas transiciones, y el bajo de Chris Squire actúa como una columna vertebral melódica que guía el curso del tema. El resultado es un tapiz musical que, lejos de ser lineal, respira y se transforma con naturalidad, como si se tratara de un recuerdo que va tomando distintas formas a medida que se profundiza en él.
“The Remembering” es una pieza que no se apresura. Requiere tiempo, disposición y una escucha atenta. Pero para quien se deja llevar, ofrece una experiencia casi trascendental, donde la música y la memoria se funden en un solo gesto.
Cincuenta años después, sigue siendo un reto y un misterio. Y, como toda gran obra, más que respuestas, plantea preguntas.


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