Cuando Peter Gabriel anunció su salida de Genesis en 1975, la sensación de incertidumbre invadió a los seguidores del grupo, incluida la mía. ¿Cómo podría Genesis seguir adelante sin su carismático líder, cuya voz y teatralidad habían definido su esencia? Las críticas auguraban el fin del grupo, y las perspectivas no eran optimistas: Genesis parecía un barco condenado a hundirse, incapaz de sostenerse sin su capitán.
La banda tomó un tiempo para reorganizarse y reflexionar. Steve Hackett aprovechó la pausa para grabar su álbum debut en solitario, Voyage of the Acolyte, mientras el resto del grupo comenzaba a esbozar nuevas ideas. Al regresar, el ahora cuarteto enfrentó el desafío de encontrar un vocalista para llenar el vacío que había dejado Gabriel. Después de múltiples audiciones, no hallaron a nadie adecuado... hasta que Phil Collins, bateria del grupo, asumió el rol casi por accidente, prestando su voz a las maquetas de las nuevas canciones. El resultado sorprendió incluso a sus compañeros: Collins tenía la voz ideal para el nuevo Genesis.
El futuro llegó, y con él, A Trick of the Tail (1976). Recuerdo tener el disco en mis manos, con su título algo engañoso y una portada que parecía sugerir un cuento fantástico. ¿Podría Genesis sobrevivir y brillar sin Gabriel? Con la primera escucha, todas mis dudas se disiparon: el álbum no solo era bueno, era extraordinario.
Desde el poderoso inicio con "Dance on a Volcano", que anunciaba una nueva era, hasta canciones como la etérea "Entangled" y la irresistible
"Squonk", Genesis demostraba que seguía siendo una máquina creativa de primer nivel. El disco mostraba un sonido diferente, más melódico y refinado, pero con la misma complejidad y magia que caracterizó a su etapa anterior.
"Squonk", Genesis demostraba que seguía siendo una máquina creativa de primer nivel. El disco mostraba un sonido diferente, más melódico y refinado, pero con la misma complejidad y magia que caracterizó a su etapa anterior.
Genesis no solo se mantuvo a flote, sino que encontró una nueva identidad. A Trick of the Tail no intentó emular la teatralidad de Gabriel; en cambio, abrazó una sofisticación musical que puso en primer plano el virtuosismo de Tony Banks, Mike Rutherford, Steve Hackett y Phil Collins.
Canciones como la onírica "Ripples" y la instrumental "Los Endos" reafirmaron que la banda aún tenía mucho que decir.
El legado de un nuevo comienzo
Lejos de ser el "último truco" de Genesis, este álbum marcó el inicio de una etapa fructífera y exitosa, tanto artística como comercialmente.
A Trick of the Tail fue la prueba de que Genesis podía reinventarse y evolucionar, manteniendo su esencia intacta. Para los fans, fue un alivio descubrir que el espíritu del grupo seguía vivo, incluso sin Gabriel.
Mirando hacia atrás, este disco no solo salvó a Genesis, sino que también cimentó su lugar como una de las bandas más versátiles e innovadoras de la historia del rock progresivo. A Trick of the Tail fue la declaración de que Genesis no era solo un líder, sino una suma de talentos únicos capaces de crear magia.
"Squonk" es una de las joyas más emblemáticas del álbum A Trick of the Tail . La historia detrás de "Squonk" proviene del folclore norteamericano. El squonk es una criatura legendaria descrita como fea y melancólica, tan afligida por su apariencia que llora constantemente. Según el mito, si se le captura, el squonk se disuelve en un charco de lágrimas y burbujas. Este relato peculiar y cargado de tristeza encajaba perfectamente con el carácter imaginativo y literario de Genesis.
Un sonido contundente y elegante
Musicalmente, "Squonk" destaca por su ritmo poderoso y su estructura robusta. La línea de bajo de Mike Rutherford y la batería de Phil Collins forman una base sólida y envolvente, mientras la guitarra de Steve Hackett y los teclados de Tony Banks añaden capas melódicas que transportan al oyente a un mundo fantástico. El riff principal, repetitivo pero adictivo, es un sello distintivo de la canción y una muestra de la habilidad de la banda para equilibrar complejidad y accesibilidad.
La voz de Collins, cálida y expresiva, encarna el tono melancólico pero firme de la letra, dejando claro que su llegada como vocalista no era simplemente un reemplazo, sino una evolución natural para el grupo.
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