Iron Maiden es una de las bandas más icónicas y longevas en la historia del heavy metal, y su álbum "The Number of the Beast" (El número de la bestia) es una piedra angular en su carrera.
El 23 de marzo de 1982, Iron Maiden publicaba su tercer álbum de estudio, The Number of the Beast. Este disco, que marcó el debut del vocalista Bruce Dickinson, supuso un punto de inflexión en la carrera de la banda, catapultándola al estrellato mundial.
En el momento de la grabación del álbum, Iron Maiden era una banda consolidada en el panorama del heavy metal británico.
Su anterior disco, Killers (1981), había sido un éxito comercial y de crítica, y la banda estaba preparada para dar el siguiente paso.
Bruce Dickinson había reemplazado a Paul Di'Anno como vocalista en el álbum anterior, "Killers", y había aportado un nuevo dinamismo a la banda con su potente voz y su capacidad para componer letras épicas.
La formación de la banda en ese momento incluía a Bruce Dickinson (vocales), Steve Harris (bajo), Dave Murray (guitarra), Adrian Smith (guitarra) y Clive Burr (batería). Este era un grupo talentoso y cohesionado que estaba listo para tomar el mundo del heavy metal por asalto.
El cambio más importante en la banda fue la incorporación de Bruce Dickinson como vocalista. Dickinson había sido el cantante de la banda Samson, y su voz potente y carismática era la que Iron Maiden necesitaba para alcanzar el siguiente nivel.
Dickinson debutó en The Number of the Beast con un álbum lleno de canciones memorables, como "Run to the Hills", "The Number of the Beast", "Hallowed Be Thy Name" o "Children of the Damned". Su voz poderosa y su estilo escénico arrollador marcaron un antes y un después en la historia de la banda.
"Run to the Hills" es una de las canciones más icónicas de Iron Maiden y es ampliamente considerada como un clásico del heavy metal. Fue lanzada como sencillo en 1982 y se convirtió en un himno para la banda. La canción trata sobre la conquista de América y los conflictos entre los colonizadores europeos y los nativos americanos. La poderosa voz de Bruce Dickinson y el distintivo riff de guitarra de Adrian Smith contribuyen a hacer de esta canción una de las más queridas por los fanáticos de Iron Maiden.
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