Hoy quiero sumergirme en un viaje nostálgico hacia uno de los tesoros que marcó mis primeros pasos en el mundo de la música: "Bridge Over Troubled Water" de Simon y Garfunkel.
Si mi memoria no me falla, fue en 1971 cuando me hice con mi primer LP, antes había comprado algún EP , antes los llamábamos discos single o sencillos
Este álbum no es solo memorable por ser el primero que poseí, sino también por ser una joya auditiva. "Bridge Over Troubled Water" es un compendio de canciones excepcionales, encabezadas por la emotiva pieza que le da nombre al disco. No puedo evitar rememorar clásicos atemporales como "El Condor Pasa", "Cecilia" y "The Boxer", que forman parte del ADN musical de Simon y Garfunkel.
Sin embargo, hay gemas menos conocidas en este álbum que han encontrado un lugar especial en mi corazón. "The Only Living Boy in New York" y la breve pero preciosa "Song for the Asking" son testamentos de la versatilidad y la profundidad creativa de este dúo incomparable.
Este disco, aunque marcó un inicio musical significativo para mí, también simboliza el cierre de un capítulo en la carrera de Simon y Garfunkel. Fue su último trabajo conjunto antes de tomar caminos separados en el vasto mundo de la música.
Como suele suceder, estos caminos no siempre llevan al éxito, pero la huella imborrable que dejaron como dúo sigue resonando en el eco de la historia musical. "Bridge Over Troubled Water" no solo fue mi primer disco, sino también un testimonio melódico de una era que perdura en mi aprecio por la música intemporal de Simon y Garfunkel.
Una de las canciones que más me sorprendieron de este disco fue The Boxer , La génesis de esta canción se remonta a un momento crucial en la carrera de Paul Simon, cuando las críticas despiadadas arremetían contra su trabajo .
Cansado de las palabras hirientes, Paul Simon decidió canalizar sus emociones en una obra maestra autobiográfica. Así nació "The Boxer", una balada que desentraña la maldad oculta detrás de las críticas, utilizando la metáfora de un boxeador. En esta epopeya musical, Simon pinta el retrato de un boxeador que, al igual que él mismo, enfrenta golpes y críticas constantes en su búsqueda de éxito. La metáfora del boxeador no solo representa la brutalidad del mundo del entretenimiento, sino también la lucha personal contra las adversidades de la vida. La dualidad de recibir golpes y contraatacar se convierte en un reflejo del camino que todos enfrentamos en nuestras vidas.
Simon cuenta la historia de un individuo en busca de trabajo en Nueva York, cayendo en las promesas de una vida fácil con prostitutas leales. La narrativa se enriquece aún más en la parte final, donde el narrador, a través de la metáfora del boxeador, reflexiona poéticamente sobre las cicatrices de la vida y la decisión de levantarse después de cada caída.
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